Durante el segundo semestre de 2003, los correos electrónicos y las llamadas telefónicas con Matraz alcanzaron una dinámica frenética. El intercambio de ideas y observaciones confluyó en una exigente pero muy agradable mezcla de expectativas y anhelos. Claro, había que afinar todos los detalles, hasta los más mínimos, de “Gritaré”, el nuevo disco de la banda. En esta oportunidad, con un renovado line up conformado por Diego Aburto (teclados), Claudio Cordero (guitarras), Marcelo Stuardo (batería), además de los nuevos miembros de la banda: Loreto Chaparro (voz) y Jorge García (bajo).
El interlocutor de la banda en estas comunicaciones fue siempre Diego Aburto, con quien iniciamos una gran amistad desde el 2002, cuando empezamos a planificar el “asalto” del grupo, a quienes ya conocía gracias al enorme trabajo realizado en 1999 con su álbum “Tiempo”, una obra de 4 maravillosas composiciones que, con profunda distinción, musicalizaron una misma cantidad de poemas de Gabriela Mistral con una precisión y destreza en ejecución que ciertamente emulaba una construcción casi geométrica.
No recuerdo exactamente la fecha en la cual nos conocimos, pero fue por ahí por el 2002, cuando Mylodon había iniciado el proceso de consecución como sello discográfico y, por ende, la etapa de internacionalización de las bandas chilenas, una línea estratégica que comenzamos a desarrollar en aquellos años y que tenía como fin “exportar” el rock progresivo local a los principales medios y escenarios del mundo
En aquellos días, mi amistad también se extendió con Claudio Cordero, un eximio guitarrista, compañero de muchos experimentos sonoros y viajes, con quien pude compartir bellos momentos y cientos de kilómetros de giras, tanto con Matraz, como con sus proyectos paralelos. Luego esa relación fraterna se extendió también a Marcelo, Loreto y Jorge.
Fue en uno de mis continuos viajes a Santiago cuando me reuní con Diego, Marcelo y Claudio para concretar el ingreso de la banda al sello. Así nació la idea de la reedición de “Tiempo”, que finalmente se llevó a cabo el 2004, y la incipiente presentación de “Gritaré, el nuevo y ambicioso proyecto de la banda.
Debo reconocer que al escuchar el master del disco, inmediatamente me di cuenta que estaba frente a una producción de potencial enorme. Es que la sensación generada al conocer por primera vez a las versiones finales de “Sangre Derramada” (qué tremenda composición), “Sobreviviente”, la instrumental “REM” o el tema homónimo que abre el disco resultaron en un estallido colores y progresiones del más alto nivel, razón por la que siempre he reconocido a la obra como una de mis favoritas.
La audición del master superó totalmente mis expectativas, elevando las posibilidades a un nivel tal vez impensado. Fue lo primero que pensé, mientras caminaba por centro de Santiago escuchando el adelanto del disco.
En este punto, no puedo dejar de mencionar el sustancial aporte de Loreto Chaparro en esta nueva etapa. Es imposible no sobrecogerse con la fuerza su voz y los matices que alcanza en cada uno de los temas.
Gritaré significó también un tremendo desafío en mi carrera como productor discográfico. En cierto modo, sabía que desde el estudio, bajo la atenta mirada de Sergio Peña y de Juan Ricardo Weiler, se había fraguado una obra que estaba destinada al selecto peldaño de los “imperdibles del rock progresivo chileno”.
El arte fue otro gran asunto en el proyecto. La idea era plasmar un sello distintivo a la obra, lo cual finalmente fue logrado de manera excepcional, tanto en su concepto como fotografía, por la empresa bArk Diseños, específicamente por Sebastián Aguila y Gian Franco Costa.
Ya con la versión final en mis manos, vino la etapa de post producción. Mi recuerdo es de emoción, luego de revisar detenidamente el material y aplicar las últimas correcciones, había que preparar el parto, con una condicionante no menor: Estábamos contra el tiempo, ya que la banda tenía comprometida su participación en marzo, en el afamado festival Baja Prog de Mexicali, compartiendo el escenario del Teatro del Estado con Richard Sinclair, una leyenda del sonido canterburiano (Camel, Caravan, Hatfield and the North) y los españoles Kotebel, además de Softworks (con Allan Holdsworth), Anekdoten, Arti e Mestieri, IQ, entre otros.
A fines de enero de 2004, ingresé rápidamente la obra a duplicación en TDV Chile, empresa donde se fabricaron las primeras 1.000 copias de “Gritaré” que, curiosamente, estuvieron disponibles dos días antes de nuestro viaje a México, ya el periplo consideraba también los pasos previos por Ciudad de México, Aguascalientes, Zacatecas, Monterrey y Torreón, junto a nuestros compañeros y hermanos de sello de Jaime Rosas Trío. El 16 de febrero salió oficialmente la edición física de la obra.
La gestión de posicionamiento del disco incluyó también un acuerdo con el importante sello francés MUSEA, quienes se hicieron cargo de la distribución en Europa de la obra, la cual alcanzó una amplia repercusión en la escena progresiva, la cual significó un alto número de reseñas, entrevistas y difusión en radios, además de la venta directa del disco.
Lo que vino después podría reseñarlo en otra cápsula del tiempo, pero adelantaré que tras la brillante actuación en Baja Prog, los discos de “Gritaré” que llevamos se hicieron insuficientes. Una larga fila de fans de todo el mundo esperaba a los muchachos en el foyer del teatro para la sesión de autógrafos y fotografías, consolidando a Matraz como un referente del nuevo sonido progresivo latinoamericano.
Este año, cuando se cumplen dos décadas del lanzamiento de “Gritaré”, como productor ejecutivo y discográfico, no puedo más que agradecer por haber sido parte de esta obra, que no es otra cosa que el sumum de un sueño musical de portentoso con destino sideral.
Hoy puedo decir que existe un sólo capítulo inconcluso en “Gritaré”, como es ver el disco en edición vinilo, pero esa deuda histórica podría resolverse durante el 2025. Por ahora sólo adelantaré ese dato.
En el epílogo de este racconto, no puedo ocultar mi alegría de ver a la banda nuevamente reunida y con ganas de seguir haciendo historia en la música chilena, a pesar de todas las dificultades.
Y respecto a “Gritaré, disco que también considero como uno de mis mayores logros desde la vereda de la producción musical, solo puedo decir que el tiempo, tarde o temprano, pondrá las cosas en su lugar y situará esta obra en el sitial que se merece: un disco referente de Chile, un clásico del futuro.
*Concierto de Matraz en Concepción, la cuna de Mylodon Records