Astralis es uno de los ensambles progresivos chileno que gozan de mayor reconocimiento a nivel nacional e internacional., siendo un proyecto que nació a principios del año 1999, bajo la iniciativa del guitarrista Patricio Vera-Pinto, quien funge como director artístico de la banda y compositor de todo el material.
Este veterano músico que ya desde los años setentas inició una trayectoria musical que incluye membresías en Luna Llena y Amapola. En cuanto al grupo Astralis en sí, su propuesta sinfónica se basa en la confluencia del legado neo con los estándares sinfónicos propios de Yes, el Genesis 77-79 y el Camel post-Bardens. De esta manera, su disco debut de 2006 “Bienvenida Al Interior” manifestó un aporte sólido a la escena neo dentro del rock sudamericano actual. Junto a Vera-Pinto tocan Sergio Heredia [batería y percusión], Mauricio Arcis [bajo] y Juan Pablo Gaete [teclados].
Este disco cuenta con tres piezas que se expanden más allá de la frontera de los 10 minutos, además de dos temas que bordean los 8 minutos de duración. La banda asume frontalmente la proyección hacia composiciones de largo desarrollo. Así pues, “Bienvenida Al Interior” abre el primer disco con una musicalidad envuelta en una aureola de cálido optimismo en su primera mitad, pero algún breve interludio de carácter tenso (manejado con mucho preciosismo) arma el terreno propicio para una momentánea variante endurecida de la expansión melódica en curso.
A partir de aquí, el motivo central se retoma con un ceremoniosidad renovada. Luego sigue la dupla de ‘Nocturno Urbano’ y ‘Noventa Y Nueve’, diseñada para ahondar en la fastuosidad siempre latente en el esquema sonoro grupal. ‘Nocturno Urbano’ ostenta una languidez contemplativa.
Por su parte, ‘Noventa y Nueve’ exhibe una expresividad más plenamente sofisticada, ostentando una arquitectura multi-temática más rica en variantes en las atmósferas y ambientes: cuando el cántico final de tenor Yessiano llega a su conclusión, se hace evidente que el disco conquista un cenit rotundo con este tema. ‘Doble Arcoiris’ elabora un viaje sonoro propio de lo que se espera de una semi-balada neo-progresiva; por su parte, ‘Bajo El Domo De Cristal’ empieza de forma similar, pero merced al impulso de la luminosidad más plena que exhibe su desarrollo lírico, la pieza termina elevándose hacia un clímax conclusivo eficazmente intenso.
Los últimos 10 minutos y pico del disco están ocupados por ‘Kinnara’, el cual comienza reavivando la llama de la espiritualidad lánguida que antes había marcado a ‘Nocturno Urbano’. Un interludio armado en base a un flotante solo de guitarra arropado bajo capas cósmicas de teclado instaura el punto de quiebre para que la pieza vire hacia un dinamismo llamativamente extrovertido, siempre con su oportuno toque modernizado.
Un cierre muy vitalista para un disco como “Bienvenida Al Interior”, cuyo mérito musical más saltante es su continua exhibición de inspirado preciosismo.
Con “Voces Del Bosque”, su segundo disco del año 2009, el grupo decidió enriquecer su propuesta sonora con la incorporación de elementos folk en modalidad estilizada y un
acercamiento más profundo a la tradición sinfónica en sus facetas más cristalinas.
La alineación del grupo acoge una ligera variante con el ingreso del nuevo teclista Mauricio Gaggero, aunque su antecesor Juan Pablo Gaete aún hace acto de presencia en un tema. La pieza homónima abre el disco con aires de naturaleza y atmósferas ensoñadoras, logrando así abrir la experiencia del disco con un aura optimista y un colorido sónico frontal.
El segundo tema, ‘Caminos Internos’, nos muestra a la banda mostrando una dimensión más grácil de su esencia estilística, haciendo dos cosas a la vez: reforzar los roles de la guitarra y la batería a la hora de generar dinamismo rockero y explotar matices folclóricos de cueca en varios ornamentos rítmicos estratégicamente ubicados.
Con ‘Los Pasantes’ (el tema con Gaete a los teclados), el cuarteto se mete de lleno en el estándar de Los Jaivas: alegre dinamismo andino traducido a refinamientos prog-sinfónicos, al estilo de los discos “Alturas De Machu Picchu” y “Aconcagua”.
Siguiendo por esta línea folk-progresiva y añadiendo elementos de la herencia del Congreso sententero, ‘Néctar De Luz’ emerge como una deliciosa cueca-rock donde el grupo explora la candidez propia de este emblemático ítem cultural chileno.
Los últimos 24 minutos del álbum están ocupados por la dupla de ‘Estás Aquí’ y ‘Saraswati’. El primero brinda una expansión ambiciosa sobre el equilibrio entre sinfonismo modernizado y prog-folk antes exhibido en ‘Caminos Internos’, con el gesto añadido de que el cuarteto aprovecha el extenso esquema dentro del cual arma la pieza para amplificar las potencialidades épicas del asunto, además de guiar el colorido esencial al sonido grupal hacia tonalidades más claroscuras.
La persistencia del interludio hace que el clima general sea denso, aunque sin perder la agilidad propia del neo-prog clásico de los 80s. Posiblemente sea justo catalogar a ‘Estás Aquí’ como el cenit decisivo del disco, aunque para nada implica esto desestimar lo que tiene que ofrecer ‘Saraswati’ a la clausura de “Voces Del Bosque”. Este tema, llamado como la diosa hindú de la sabiduría y las artes escénicas, traslada la línea de trabajo de ‘Caminos Internos’ y ‘Estás Aquí’ , siendo así que la dupla rítmica se encarga de sustentar la vibración folclórica en el subsuelo del esquema instrumental. A
Astralis explota su faceta épica con impecable solvencia por segunda vez consecutiva, concluyéndola con majestuosos ruidos de oleaje, al modo de un egreso a las fuerzas de la naturaleza de donde había surgido el primer tema del álbum. Este disco, evaluado en bloque, supone un desarrollo muy personal del aporte que la banda pretende dar a la preservación del legado ideológico del rock artístico en su país y en el ámbito latinoamericano.
El año 2012 consigna otro momento importante dentro de la historia de la banda. Su tercer álbum “Fantasía de Invierno” ha estado pasando por un largo proceso de post-producción, llegando finalmente a su edición en esta primera mitad de 2013.
Su repertorio consta de canciones compuestas entre los años 1989 y 1995: o sea, este disco es básicamente un repaso de viejas composiciones que se revelan ahora con el beneficio de la pericia y la madurez estilística que el grupo ha venido forjando en la secuencia de sus dos discos anteriores “Bienvenida Al Interior” y “Voces Del Bosque”.
De hecho, estos dos ítems convirtieron a Astralis en una de las bandas más respetadas del círculo progresivo de Chile.
“La Canción Es Libre” abre el disco con un aire de exaltación prístino, un canto entusiasta a la esencia libre del arte musical que se arma en base a una claridad melódica bien pulida y un esquema rítmico marchoso.
El siguiente tema, ‘La Marcha De Los Que Vienen’, prosigue en la expansión de esta extroversión sonora, aumentando la dosis de sofisticación en ciertos pasajes instrumentales, así como el nivel de vigor rockero en la estructura general. Juzgando por el carácter magnético de su fuerza expresiva
“Algo Tiene Que Cambiar”, por su parte, se proyecta sobre un compás más lento que los esbozados en los esquemas de las dos primeras canciones, lo cual tiene sentido en relación con el acento dramático de su letra ecologista, pero en lo referente a la generación de vigor rockero, todavía puede verse en ella una continuidad fluida.
La canción cuenta con una estructura propia de las baladas de rock duro, la armazón orquestal de teclados ayuda a sustentar solventemente el colorido típicamente sinfónico que la banda tiene en mente para este arreglo final.
‘Tristezas Del Juego’ es la primera canción con duración ambiciosa del disco, con poco más de 8 minutos. Este detalle es importante porque la característica esencial de esta canción es la de explayarse en las más exultantes vibraciones rockeras del álbum, empezando con una sección a medio tiempo y culminando con una proactiva exhibición de fiero esplendor. El rol protagónico de las guitarras es la clave para que el punche se concretice la manera tan contundente como lo hace.
Después del continuo despliegue de sofisticada fuerza rockera bajo diversas guisas y matices que ha tenido lugar a lo largo de los primeros 21 minutos del disco, llega la refrescante dupla de ‘Después De La Lluvia’ e ‘Invocación… Oda y Adagio’, en donde Vera-Pinto y sus compañeros de viajen realizan una travesía sonora de generosos coloridos y mágicas orquestaciones. Para decirlo de forma simple y sencilla, digamos que se trata de un fabuloso broche de oro para el disco.