Evolución y sus umbrales…

Evolución nos presenta aquí una personal versión de lo que se ha dado en llamar Art-Rock, con raíces en el Rock Progresivo y algunos elementos jazzísticos. La música consiste, a excepción del tema final, en composiciones del tecladista Pedro Muñoz, creadas entre 1976 y 2005. Se trata de una música transparente, elegante, cósmica, con una nota optimista y un claro predominio melódico-armónico más bien clásico.

Umbrales es una obra en que se trasluce un mensaje personal, especialmente para quienes escuchamos la música buscando su decir y sus ecos en el espíritu; todo esto dentro de un marco de perfección técnica musical, gráfica y sonora, dentro de lo cual hay que destacar el aporte de estudios Tarkus, a cargo de la realización del disco.

Dijimos “Art-rock” (a veces hay que clasificar), pero con Evolución puede ser arriesgado poner etiquetas, que no son siempre respetadas por la inquietud creativa particular de Muñoz, Fernando González, Fernando Islas, Juan Ricardo Weiler, (además del baterista Jorge Cruz, antecesor de Weiler, en cuatro temas del disco) quienes en este disco conforman una unidad coherente.

Pasamos del progresivo “Umbrales” al jazzístico “Portillo”, llegando al elegíaco “Epílogo” sin mayor consideración por las excluyentes categorizaciones que imponen las etiquetas.

A veces aparecen atisbos de influencias, o debemos decir “parecidos” diversos; Chick Corea, Pat Metheny, Joe Satriani, Mike Stern, Carlos Ríos, John Williams y Sky; mientras más escuche uno -y mejor memoria tenga-, más nombres podrá traer a colación. Como todo en el arte, elementos conocidos, creatividad, y un nuevo batido.

La orquestación está basada en el sonido de cuarteto en vivo, más las posibilidades timbrísticas de los teclados, algunas sobre-grabaciones y la participación de dos extraordinarios músicos invitados, que enriquecen el conjunto.

La aventurada inventiva melódico-armónica de Muñoz, nacida seguramente de muchas horas de paseo por los teclados, es una característica dominante en Evolución. A esta se suma la increíble destreza y sensibilidad de Fernando González y una justa, disciplinada y no menos brillante entrega de Fernando Islas, Juan Ricardo Weiler y Jorge Cruz.

Los temas de Umbrales fluyen como movimientos de una sola obra, complementándose y equilibrándose, al modo de los antiguos discos conceptuales.

SECRETOS

Básicamente en Sol mayor, pasando a ratos por Mi menor. Un mar calmo, una playa, abre nuestro viaje. Una breve cadencia del piano eléctrico da paso a la sentimental melodía ejecutada por la guitarra. Luego la atmósfera se hace menos aterciopelada y se dobla el ritmo, para dar paso a una sección en 7/4 y 5/4, a la usanza de rock progresivo, sobre la cual improvisa una movediza y precisa guitarra y un sinte un tanto tributario de Jan Hammer.

El tema vuelve, a la inversa, a sus secciones iniciales y, finalmente, vuelve a la soñadora melodía inicial y a la playa. Todo esto acompañado por un bajo que soporta a la perfección la estructura armónica, y la sonoridad personal de la batería de Juan Ricardo Weiler.

DIVERTIMENTO

Un canto de la sección baja soporta una lenta y melodiosa línea de la guitarra, en Fa menor, que despierta gradualmente. Divertimento se convierte luego en una especie de himno, para después volver a la misma sección armónica inicial, sobre la cual la guitarra despliega su expresión, mostrando vislumbres de la asombrosa velocidad que oiremos a ratos, velocidad que no sacrifica musicalidad y que ayuda a crear impactantes progresiones y contrastes.

Un silencio, y el piano inicia una “marchiña”, más de alguien podría pensar que estamos ante un Pat Metheny; la armonía, siempre en Fa menor y perfectamente secundada por la sección rítmica (con algún aporte colorístico del invitado percusionista Alejandro Reid), se hace más compleja y mágica, presentando Evolución una vertiginosa y lírica melodía (que respira como en una carrera o una enérgica danza) al unísono entre teclado y guitarra, que nos deja con la adrenalina por las nubes, especialmente en el inverosímil pasaje rítmico en soli de guitarra, teclado, y batería, que cierra la melodía principal y en la parte B (Sol sostenido, Re bemol, y el descenso Fa sostenido, Mi, Re, Re bemol con trecena).

La guitarra se lanza en un solo magistral, (si fuera guitarrista estaría desde ya intentando sacar alguna lección de este tema). Nada menos hace el teclado solista, lanzando frases increíblemente precisas, rápidas, perfectas y llenas de entusiasmo. ¿Se puede tocar algo así?, y si no, ¿se puede pensar frases melódicas como esas? parece que algunos sí pueden.
Volvemos a la marchiña, esta vez con un increíble final; un análisis rítmico detallado podrá deducir las subdivisiones rítmicas utilizadas. Yo diría que esta es la joya de “Umbrales”, aunque puede ser cuestión de gustos.

FIESTA ROCK

No alcanzamos a descansar de Divertimento, y aparece este corto tema -en Mi menor-, que tiene algo de la marcialidad de un shuffle rápido y armonía más cercana al blues, con algunos aportes armónicos originales en la sección dominante (siempre acordes 7, 9, 11, 13, La, Si, Do, Re, Re sostenido), que le dan ese carácter a veces grandilocuente de las sonoridades del rock progresivo, parte de la personalidad de Evolución. Comienza con una broma rítmica, uno de esos espejismos basados en la presentación de trozos rítmicos con acentuación imprecisa.

La sencilla melodía es ejecutada por guitarra y teclado casi al unísono, discretamente acompañados por bajo y batería; luego guitarra y teclado se turnan en demostrar un entusiasmo y virtuosismo solístico nada melancólico. Mientras un instrumento hace el solo, el otro acompaña con una electrizante y sensual figura en ostinato, especialmente electrizante cuando la ejecuta la guitarra, probablemente por ser la cuerda monofónica distorsionada más incisiva que las teclas. Fernando González.

Fiesta Rock -curioso nombre- actúa como una especie de obertura para el siguiente tema del disco, un “clásico” de Evolución de los 80, que a algunos puede traernos algunas de esas molestas e innecesarias nostalgias.

UMBRALES

Ya conocíamos esta majestuosa melodía, en la versión del cassette de los 80, pero aquí ha crecido notablemente. Evolución entrega aquí el “tempo giusto”, diría yo, para todas estas ideas musicales, junto a una intro y coda, en La menor, que no existían antes.

La comparación con el registro antiguo sirve para comprobar que no son necesariamente los nuevos teclados los que han empujado a Muñoz a imaginar las texturas tímbricas que envuelven la música de Evolución; en los 80 escuchamos casi el mismo tejido, ahora con mejor resolución y tecnología más evolucionada. El “Umbrales” que unos veinte años atrás era de tono febril, ahora pasa por diversas atmósferas, con gran control de tempo y dinámica. Los solos -perfectamente medidos, compuestos podría decirse- de teclado y guitarra, secundan la idea principal.

“Umbrales” es una melodía que arrastra un flujo armónico, o tal vez un devenir armónico que genera melodías -una masa marítima que genera oleajes. De cualquier modo, nos resulta tremendamente evidente su origen tecladístico. Fantasía creativa y entusiasmo, vertidos en un teclado.

Termina Umbrales con la solemnidad de la nueva coda, cerrando una especie de primer movimiento del CD, y dando paso a la siguiente pista.

PORTILLO

Evolución cambia de atmósfera, haciéndose más meloso y elegante (“imagínense tomándose un traguito en una terraza, mirando la nieve” dice Muñoz; “de preferencia en un azuloso atardecer”, agregaría yo), se viste de etiqueta para presentarnos esta personal estadía en Portillo.

Portillo es un tema eminentemente jazzístico (en Mi menor dorio), en que se presenta una melodía armonizada, y luego improvisación sobre el tema. Cuenta con el aporte de Roberto Lacourt, que suma la flauta sintetizador (que en un inicio evoca una sirena de locomotora o de un camión en medio de una nevada y nocturna carretera internacional), al arsenal tímbrico de Evolución, aportando además un inspirado solo. La guitarra de González abandona la distorsión y nos regala un desempeño casi acústico, de exquisito gusto. También el teclado se reduce, llegando a ser un modesto piano, entre Rhodes y DX7.

El bajo, como siempre, creando el justo marco rítmico armónico junto al rockero bossa-nova de la batería de Cruz y la discreta percusión de Alejandro Reid.

El aterciopelado “Portillo” podría perfectamente ser versionado por una banda de jazz, y constituye un ligero cambio de temperamento, como “la vida misma”: con pasión, con sentimientos, con algo de rabia, con alegría, con presiones, y a veces con tranquilidad, desvergonzada tranquilidad.

ROCK I

Volvemos a la velocidad, volumen y triunfalismo dignos de un enérgico grupo rockero. Con una intro matemática al unísono, entramos en un súper rápido shuffle en Am dorio. La guitarra manda una sencilla melodía a dos voces en 8 compases, para entrar en una parte B llena de color armónico.

Luego vienen los solos, primero una vertiginosa -especialmente en la parte B- guitarra, sobre la misma estructura. Luego el solo de Muñoz, también asombrándonos en la parte B. Se repite el tema inicial, para cerrar “Rock I”, -al igual que “Fiesta Rock”, una especie de interludio-, con la misma introducción, que abre el escenario para el siguiente tema.

ARABIAN NIGHT

Tema más inscrito en la tradición progresiva, con una misteriosa intro que comienza con un acorde dominante; esta da paso a una épica y ceremoniosa fanfarria. Un tam-tam nos presenta una colorística danza árabe (siempre teñida de los rudos colores del rock) que, a su vez, se transforma en una melodía más universal y cosmopolita, ejecutada por el sintetizador, e intercalada por la danza. Vuelve la fanfarria inicial y esta vez nos lleva a un nuevo cambio de tema, con una progresión armónica a modo de intro y luego una rica melodía de teclados en 5/4, a la que responde una lírica guitarra octavada.

Los cambios armónicos son amplios y me recuerdan mucho algunas cosas de Thijs Van Leer. Vienen los solos, guitarra y sinte, sobre el marco de 5/4 y dos acordes. Luego la misma progresión armónica inicial, melodía de teclados y respuesta de la guitarra. El tema finaliza con esta sección.

THE BRIDGE

Otra joya, esta vez melódico-armónico-timbrística, en Umbrales, una especie de muy alegre Samba-Jazz-Rock, construido sobre clave 3-2 (¿se tratará de una cierta predilección subjetiva por el género Latin?) con la participación de Roberto Lacourt (saxo y flauta, dice en los créditos).

Nunca había escuchado mezclas de timbres como las de los unísonos de este tema. Guitarra eléctrica, flauta, lo que parece un saxo, que podría ser otra guitarra eléctrica, teclado. En suma: un solo instrumento de cálida e inquieta sensación.

Un vertiginoso solo de sinte da paso al -ya estamos acostumbrados- inspirado y virtuoso solo de guitarra que recorre tres veces la estructura sobre un walking de bajo más batería, para volver al tema, (con aquella sublime textura timbrística), y un inesperado final, en que se escucha por primera vez timbres categóricamente de vientos.

ROCK 2

Alguien bromeaba en una presentación en vivo de Evolución, acerca de que el próximo tema se llamaría “Rock 3”. Llama la atención el nombre de estos temas. ¿Formarán parte de una serie compositiva, una especie de programa, o se trata de un empeño de abstracción empecinada? (por otra parte ¿porqué no hacer música sin asociarla textualmente?).

De todos modos, esta triunfante pieza guarda relación con “Rock 1”, en cuanto a su expedición y brillo característico.
No deja de ser entretenido comparar esta versión de “Rock 2” con la del cassette de los 80, atestiguando así el crecimiento y dominio del tempo e interpretación alcanzado por Evolución en los últimos años. Es un placer escuchar “Rock 2”, dada su sencillez, combinada con colores armónicos, adornos rítmicos, y la inclusión de ideas melódicas suculentas, a veces sentimentales, un abanico de estados de ánimo que, sin embargo, no incluye ni el menor asomo de melancolía.

EPÍLOGO

El tema del guitarrista Fernando González, con su dejo nostálgico y contenido, cierra esta obra -Umbrales. Nuevamente Evolución nos propone un paisaje distinto, siempre acompañado de una sonrisa, en que las luces se atenúan, el pulso se calma, surge la contemplación, en que los sentimientos cálidos se imponen sobre la agitación. De este modo, y sin perder en ningún momento algo de coherencia, Umbrales llega a su fin en medio de la misma playa al atardecer en la que comienza…

Pero no es el fin, una divertida pista 11 quiere sacarnos de la soñolienta calma.

“Umbrales” es un disco que siempre será grato y estimulante escuchar. En este, a la sombra de los brillantes instrumentos líderes, encontramos un bajo y una batería perfectos, no menos impresionantes, a la hora de escuchar con mayor detención este CD “Umbrales”. Encontramos también una estupenda exactitud y precisión rítmica, me imagino que los metrónomos están felices.

Escuchar “Umbrales” es una experiencia que aúna disfrute, asombro, sentimiento, magia, optimismo (muy propio de las expresiones de la “nueva era”) y un ligero dejo inconformista (muy propio de lo rockero).

Un aporte al universo de la creación artística de nuestro país.

Músico en Chile, 2007

 

Evolución – Umbrales

Grabado, mezclado y masterizado en Tarkus Estudio de Grabación (www.tarkus.cl), por Juan Ricardo Weiler
Asistente de grabación: Eduardo “Hi-hat” Kohnenkamp
Producción musical: Pedro Muñoz
Producción ejecutiva: Juan Barrenechea H., Pedro Muñoz, Juan Ricardo Weiler
Producido por Mylodon Records
Arte portada: Pedro Muñoz
Diseño: Andres Oreña
Copyright 2006 Mylodon Records