Fundado por iniciativa del guitarrista Luis Proaño, curtido en el underground metalero de Lima y ansioso por dar nuevos aires a sus inquietudes musicales, Supay comenzó como un power-trío, añadiendo al poco tiempo el rol de vientista folclórico a cargo de Williams León (quien no solo es músico sino también pintor de carrera).
Las influencias estilísticas del grupo se perfilaron y enriquecieron en orientación hacia el progresivo, merced a las sucesivas incorporaciones de un tecladista de fuerte personalidad (Gustavo Valverde) y un segundo vientista. Así pues, con el peso de Jethro Tull, Pink Floyd, Genesis, Los Jaivas y El Polen, más algunos matices del rock pesado de los 70s (Deep Purple), más el empuje interno surgido de la convergencia de seis mentes, Supay ya era dueño de una voz propia dentro de la experimentación rockera del Perú.
El año 2004 fue el momento para la concreción del álbum debut de la banda: “Confusión”, cuya edición para el mercado internacional estuvo a cargo de Mylodon Records.
El repertorio de “Confusión” se despliega cohesivamente en torno a un muestrario de ideas melódicas traducidas en una amalgama confluente entre el rock progresivo de línea muscular y los colores y cadencias peculiares del folklore andino.
Los instrumentos más resaltantes en los desarrollos melódicos son la guitarra primera y los vientos andinos (quenas, zampoñas, toyos, etc.), aunque cabe resaltar principalmente el modo en que el sexteto funciona como una pluralidad homogénea y bien afiatada: cada pieza es una misión afrontada y resuelta de manera unitariamente estratégica.
Tras la edición promocional de un EP homónimo a inicios de 2007 como anticipo del nuevo disco, finalmente el disco completo salió al mercado a mediados del mismo año bajo el nombre de “El Viaje”.
¿Y qué encontramos aquí? Bueno, si “Confusión” mostraba una prístina compenetración entre rock complejo y folklore andino al modo de la integración del agua y la tierra en el barro, la tendencia prioritaria del periplo musical contenido en “El Viaje” es la de afilar las aristas específicas de cada una de estas dos fuentes a fin de darle a su comunión una directriz más centrada en los contrastes.
La armonización de ambos elementos nucleares sigue siendo bien lograda, pero lo que pasa es que es trabajada con un enfoque un poco distinto. El resultado es igualmente excelente porque, al fin y al cabo, Supay es un grupo con las ideas bien claras en sus expansiones instrumentales – el ensamble es muy solvente, crea ideas inspiradas y sabe a qué atenerse tanto en los momentos de improvisación como en los pasajes más marcadamente líricos.
En comparación con el disco debut, aquí se nota una exaltación más pronunciada en las labores de la guitarra, mientras que los vientos andinos siguen conjurando refinadas estrategias de complementación de la magia antigua de lo andino y la picaresca estilizada de Jethro Tull.
Pero Supay no se detendría ahí. A principios de 2013 se difundió una primera versión de “Señales”, su nuevo disco.
Dentro del repertorio de esta nueva placa, Supay echa un par de miradas retrospectivas a sus dos placas anteriores, instigando nuevas versiones de ‘Alma’ (original de “El Viaje”) y ‘En El Viento’ (original de “Confusión”).
El rol de Valverde influye no poco en los resultados finales de ambas labores de repaso. En el caso de ‘Alma’, tenemos una expansión del potencial de fastuosidad progresiva de los motivos centrales merced al uso de una acrecentada dosis de magia musical que termina traduciéndose en cálida magnificencia, mientras que en el caso de ‘En El Viento’, el repaso se convierte en una auténtica reconstrucción merced a la energía extra invertida en las expansiones temáticas y el empleo de cadencias jazz-rockeras en los aspectos predominantes del swing armado por la dupla Medina-Palacios, un viento convertido en huracán de sonoridades exquisitas.
Dado que esta nueva versión es justamente la pieza que cierra el disco, resulta tremendamente efectiva esta renovada fastuosidad a la hora de darle un colorido explícitamente intenso a los momentos finales de “Señales”, que a modo de resumen
se puede decir que se trata de una excelente obra, tanto en la concepción musical de su repertorio como en el derroche de ingenio en los arreglos de su ejecución.
Este disco es una señal indubitable que Supay había estado manteniendo un vigor inquebrantable durante su periodo de hibernación, un vigor que solo tenía que esperar la hora idónea para resurgir autoritario e imponente.